Una gran pérdida de tiempo
Por: Sara Carrascal, 12º
Cuando los niños cursan primaria, llegan al colegio atentos y animados. A medida que van creciendo, sin embargo, este entusiasmo se va apagando. Empiezan a quejarse más y más de las tareas que les dejan, repitiendo siempre que no servirán de nada en el futuro y que, por lo tanto, no deberían tener que hacerlo.
De pequeños, se supone que los niños aprendan jugando y pintando con los dedos, pero ahora, tienen un sin fin de tareas que les prohíbe salir del aula. Les enseñan desde temprana edad que lo único que importa es una calificación que mide la capacidad de aprendizaje y la inteligencia lógico-matemática. Cuando la creatividad es medida con estándares, lo más importante es sacar la respuesta correcta. El colegio es un lugar en el que una persona debería progresar como individuo, desarrollar sus habilidades y adquirir herramientas para el futuro. Pero a veces, este se convierte en un espacio que provoca estrés y angustia.
Las notas parecen ser lo único importante para el colegio. La verdad, no importa saber los conceptos, importa retener durante un tiempo la información que dan en las clases, así la nota del examen será alta y no se bajará el promedio. Como lo dice la psicóloga Raquel Lemos Rodríguez, los estudiantes no tienen motivación para hacer el trabajo porque están siendo obligados a hacer cosas que no les llama la atención. Se supone que los estudiantes aprenden para el futuro, pero ¿cómo? si lo que aprenden son cosas del pasado.
El sistema educativo no se enfoca en desarrollar las habilidades que los estudiantes puedan tener. Este es un sistema industrializado y que, desde las políticas del Estado, no ha evolucionado a la par del desarrollo tecnológico global, el cual requiere de creatividad, innovación, improvisación, imaginación y la suficiente motivación para desarrollar las habilidades necesarias que logren los objetivos de los estudiantes. La no modernización de la educación está castrando la creatividad de los jóvenes.
William (Bill) Watterson, es el dibujante que creó la tira cómica, Calvin y Hobbes. Calvin es un niño pequeño y curioso que siempre deslumbra con su forma de razonar. Hobbes es su tigre de peluche, su mejor amigo imaginario. Calvin es un niño al que le disgusta mucho el colegio. En una de sus historias, Calvin dice, “fechas límites, reglas, cómo hacerlo, calificaciones ... ¿cómo puedes ser creativo cuando alguien te está respirando por el cuello?” (Watterson, 2014). Lo que hace el colegio, es que los niños le teman al fracaso. Les hacen creer que para todo hay una única respuesta, cuando la verdad es que esas equivocaciones son lo que el mundo necesita para avanzar.
El colegio es una época muy larga como para pasarla amargándose y esforzándose por cumplir con las expectativas de los demás. El colegio debe ser un lugar en el que una persona disfrute estar y aprender. Es extremadamente complicado cambiar algo que ha estado en funcionamiento por tanto tiempo, pero no es imposible. Probablemente la manera más efectiva para que el sistema educativo funcione sería modificando las normas que lo reglamentan, pero, también se requiere un cambio de actitud y un reconocimiento mucho mayor socialmente hacia el cuerpo docente y su esfuerzo por educar. Sin una buena educación, la evolución no es posible.
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